martes, 15 de diciembre de 2015

Bloodbowl: Los Fulleros de Snoff

Equipo de Willy, carne de cañon para entretener a las masas mientras son pisoteados y aplastados... hasta que alguna de sus fullerías funciona para regocijo de sus fans...

Los Fulleros de Snoff

 GOBLINS
Carnaza verde sin nombre




MÁS GOBLINS
Nunca hay suficientes...


TIP Y TOP, TROLES
Sumando músculo y restando cerebro 


JUGADORES ESTRELLA

SPUFF
Botando por el campo


SPAFF
Cortando la jugada


SPOFF
Explosividad pura


SPIFF
y sus agudas incursiones



SNOFF
Porque solo el más bestia puede dar el nombre al equipo



CUERPO TÉCNICO

OSETEy PAJARETE
Intentando despistar al rival



 


COLEGIADETE
A falta de táctica intentamos suplantar al árbitro..




MAGUETE
Y si nada funciona, que Gorko (o Morko) eche una mano (o pie)

viernes, 20 de noviembre de 2015

LOTR: Post 50. La Compañía del Anillo

Este es la entrada numero cincuenta de este blog, el cual nació y sigue teniendo como único objetivo tener un pequeño recuerdo de todas las miniaturas que he ido pintando a lo largo de mi vida, independientemente de que alguien más lo lea o no. Estos pequeños trozos de metal, plástico y resina me han permitido evadirme muchas veces de problemas y quebraderos de cabeza, al menos durante el rato que tengo el pincel en las manos o estoy creando una pequeña historia para ellos, por lo que les estoy muy agradecido.

Como post especial por la efeméride, quiero poner unas miniaturas también especiales. Tienen muchos, muchos años...  Son unas de las pocas que he pintado dos veces, pues regalé una Comunidad del Anillo hace tiempo ya a personas muy queridas. Ahora, las comparto con quien esté echando un vistazo a este blog.

LA COMPAÑÍA DEL ANILLO (tambien conocida como La Comunidad del Anillo)



 FRODO BOLSON

Portador del Anillo Único, heredado de su tío Bilbo, junto a la daga Dardo y una cota de malla de mithril. Miembro de la Compañía del Anillo, fundada en Rivendel, a la que abandonó tras los sucesos de Amon Hen. Casi cumplió su misión llevando la Ruina de Isildur al Monte del Destino contra toda esperanza. Sin embargo, allí cayó finalmente ante el Poder el Único y de no ser por el deseo de Gollum, el Anillo no habría sido destruido. Acabada la Guerra del Anillo, regresó a la Comarca y expulsó al Mago Saruman. Finalmente, cansado y tras haber escrito sus memorias, se le permitió partir hacia las Tierras Imperecederas, desde los Puertos Grises.




 SAMSAGAZ "SAM" GAMYI

Leal jardinero de Bilbo y de Frodo, decidió acompañar a este último en su peregrinar con el Anillo y fue el único en permanecer junto a Frodo hasta el final, aunque éste intentó dejarlo atrás en Parth Galen. Pragmático y perspicaz, Sam ayudó multiples veces a Frodo a lo largo del camino y se convirtió en Portador del Anillo brevemente tras dar por muerto a Frodo en el antro de Ella-Laraña. Demostró su fortaleza al devolvérselo tras descubrir que había sobrevivido. Destruido el Anillo, regresó a la Comarca, participando en la expulsión de Saruman y siendo elegido como alcalde por siete veces consecutivas, restaurando la vegetación de la Comarca gracias al regalo de la Dama Galadriel: tierra de Lothlorien.

  MERIADOC "MERRY" BRANDIGAMO

Amigo y familiar lejano de Frodo, se unió a éste en el camino hacia Rivendel. Allí, junto a Pippin insistieron en seguir a su lado en la Compañía del Anillo. Después de los sucesos de Parth Galen se vieron separados de sus compañeros y secuestrados por una banda de Uruk-Hai de Saruman y orcos de Mordor. Liberados en medio de una batalla contra los rohirrim, los dos hobbits se refugiaron en Fangorn donde conocieron a Bárbol y participaron en la caida de Isengard. Separado finalmente de Pippin, Merry quedo junto al Rey Théoden, llegando a ser su escudero y participando en la batalla de los Campos de Pelennor, defendiendo Minas Tirith. Tras la destrucción del Anillo, regresó a la Comarca, donde lideró la revuelta contra Saruman y Lengua de Serpiente, siendo conocido por su pueblo como Meriadoc, el Magnífico.


 PEREGRIN "PIPPIN" TUK

Amigo de Frodo y de la rama de los "no del todo hobbits" Tuks, se unió a Merry en la aventura de acompañar a Frodo hasta Rivendel y, posteriormente, formar parte de la Compañía. Irreflexivamente despertó al Daño de Durin en Moria arrojando una piedra a un pozo. Compartió aventuras y desventuras con Merry hasta la caída de Isengard, después de la cual, siguiendo su irreflexivo caracter Tuk, miró dentro del Palantir de Saruman, siendo visto por Sauron. Gandalf lo transportó velozmente a Minas Tirith, donde fue Guardia de la Ciudadela al ponerse al servicio del Denethor, Senescal de Gondor. Durante la batalla de los Campos de Pelennor, salvó la vida de Faramir de la locura de su padre el Senescal. Finalmente, estuvo presente en la Puerta Negra de Mordor, como representante del pueblo hobbit para presentar batalla a Sauron. Tras la desttrucción del Anillo, regresó a la Comarca, luchó contra Saruman y Grima y se convirtió en el Trigesimo Segundo Thain de la Comarca.


 BOROMIR DE MINAS TIRITH

Hijo predilecto de Denethor, Senescal de Gondor, y curtido en las batallas contra el Rey Brujo de Angmar, acudió al Concilio de Elrond, en Rivendel, debido a un sueño profético. Defensor de la idea de usar el Anillo como arma contra el Señor Oscuro, fue un valioso componente de la Compañia a lo largo de su viaje, aunque reacio a aceptar la autoridad de Gandalf o Aragorn. En Lothlorien, la Dama Galadriel vio el deseo del Anillo en corazón del Capitan de Gondor, lo que finalmente le llevo a intentar quitarselo a Frodo en Amon Hen, al pensar que llevarlo a Mordor era una locura y que era mejor usarlo. Frodo huyó poniéndose el Anillo y, alejado de éste, Boromir recuperó la cordura. Sin embargo, antes de poder encontrar a Frodo, la Compañía fue atacada por una banda de Uruk-Hai, y Boromir murió intentando proteger a Merry y Pippin. Su cuerpo fue dejado en una balsa en la corriente del Anduin, junto a sus armas y el partido Cuerno de Gondor.



GIMLI, HIJO DE GLOIN

Hijo de uno de los compañeros de Bilbo en su aventura a Erebor, Gimli representa al Pueblo de los Enanos en la Compañía. Pese al fuerte caracter típico de su raza, acaba siendo un valioso compañero y acaba forjando una ferrea amistad con el elfo Légolas. Fue uno de los impulsores de la idea de cruzar através de las Minas de Moria, pese a la reticencia de Gandalf. Allí, con gran dolor, descubrió el funesto destino de su gente y la tumba de Balin. En Lothlorien quedó impresionado con la Dama Galadriel, de la que obtuvo como regalo un mechón de pelo que conservó hasta su muerte. En la Batalla de Cuernavilla disputó una legendaria competición con Légolas en la que venció al acabar con un orco más que el elfo. Después de la destrucción del Anillo, fundó el nuevo Reino Enano de Aglarond y continuó viajando con su amigo Légolas hasta partir hacia las Tierras Imperecederas, único enano que posó pie en ellas.


LEGOLAS HOJAVERDE

Heredero de Thandruil, Rey del Bosque Negro, representó al pueblo élfico en la Compañía. A lo largo de todo el camino, se mostró como un arquero certero y letal y, pese a sus reticencias a viajar por la Minas de Moria, afrontó el viaje con valor flaqueando solo al reconocer al daño de Durin como un Balrog. En Lothlorien se terminó de fraguar su amistad con el enano Gimli al que acompañaría hasta el final de la guerra contra el Señor Oscuro. Tras los sucesos de Parth Galen, siguió el rastro de Merry y Pippin junto a Aragorn y Gimli, encontrándose con los rohirrim de Eomer e internándose en el bosque de Fangorn, donde reencontraron a Gandalf, ya el Blanco. Tras la Batalla de Cuernavilla en el Abismo de Helm y la caída de Isengard, acompañó a Aragorn y los rohirrim del Rey Theoden hasta el Sendero de los Muertos, donde se separáron de éstos. Partició en la Batalla de los Campos de Pelennor y acudió a la Puerta Negra como representante de su raza. Acabada la guerra, continuó realizando muchos viajes junto a Gimli, aunque su corazón ya estaba atado al Mar. Muerto el rey Elessar, navegó junto a Gimli hacia las Tierras Imperecederas. 




ARAGORN, HIJO DE ARATHORN, HEREDERO DE ISILDUR

Descendiente directo de Isildur y jefe de los Dunedain del Norte, Aragorn, también conocido como Trancos, pasó a la Historia como el Rey Elessar después de recuperar el trono de Gondor. Criado por Elrond en Rivendel donde conoció a Arwen, su futura esposa. Ayudó a los cuatro hobbits en su camino desde Bree hasta Rivendel, luchando contra los Nazgul en la Cima de los Vientos. En el Concilio, desvelada su identidad, encabezó a la Compañía en su camino hacia el Sur. Trás la disolución de está en Parth Galen, junto a Gimli y Legolas siguió la pista de Merry y Pippin, encontrandose en el camino con Gandalf y los rohirrim. Tras la batalla del Abismo de Helm y el acantonamiento de las tropas de Rohan para acudir en ayuda de Gondor, cruzó el Sendero de los Muertos, consiguendo la ayuda de éstos para vencer a los Corsarios de Umbar y cambiar el curso de la batalla de los Campos de Pelennor. Finalmente, conocedor del destino de Frodo, decidió presentar batalla ante la Puerta Negra para ganar timpo para el Portador del Anillo. Destruido Único, fue coronado como Rey Elessar y reinó durante 120 años.

 GANDAF EL GRIS, DESPUÉS EL BLANCO

Uno de los Istari. Maia enviado a la Tierra Media. Conocido por múltiples nombres, perteneció al Concilio Blanco, al que lideró tras la caída de Saruman. Organizó y contribuyó en la aventura de Bilbo y los enanos en la reconquista de Erebor. Tras comprender que Bilbo y luego Frodo poseían el Anillo Único, convenció a Frodo para que lo llevara a Rivendel. Tras visitar a Saruman y conocer su traición, consigue huir para llegar al Concilio de Elrond, donde insiste en formar la Compañía y destruir el Anillo en el Monte del Destino. Pese a saber que su destino le esperaba en Moria, accede a cruzar por la ciudad enana y cae en Khazad-dûm, en combate contra el Balrog. Su espiritu es devuelto a la Tierra Media, regresando aún más poderoso como Gandalf el Blanco. Libera al rey Theoden de la influencia de su consejero Grima. Ayuda en la Batalla de Abismo de Helm trayendo refuerzos. Encierra a Saruman en Orthanc tras quebrar su cayado y lleva a Pippin a Minas Tirith despues de que el Tuk mire en el palantir. En la Batalla de los Campos de Pelennor lucha con el Rey Brujo, aunque será Eowyn quien finalmente lo venza. Tras la destrucción del Anillo, envía a las águilas desde la Puerta Negra a rescatar a Sam y Frodo. Finalmente, parte desde los Puertos Grises junto a Frodo, Bilbo y Galadriel hacia las Tierras Imperecederas.  

viernes, 16 de octubre de 2015

Bloodbowl: Las Amazonas de Riorápido

Siguiendo con los equipos de Bloodbowl-futbol fantástico...Las chicas de Willy Miniatures esculpidas por ªRu-Mor. Desde las selvas del Nuevo Mundo. Fuertes, rápidas, letales...

Las Amazonas de Riorápido



 BLITZERS
Belén, Rosario, Pepa, Inés, chicas duras



LÍNEAS
Mayte, Tere, Pili, Mónica, Yoli, Estela, Laura y Ángela, listas para todo


LANZADORAS
María y Anita, colocando el balón 



CORREDORAS
Matilde y Julia, a toda velocidad  


ELLA, LA OGRA
Fuerza bruta con un toque femenino 


JUGADORES ESTRELLA


ANA
Llevando al equipo al triunfo




CUERPO TÉCNICO

HIEDRA

La selva personificada llevando la dirección


viernes, 18 de septiembre de 2015

Bloodbowl: Los Old Blood de Sylvania

Un nuevo equipo de Willy Miniatures, con el soporte en el banquillo del Igor de Meiko, dispuestos a dar hasta la última gota de sangre (siervos) o a tomarla gustosamente (vampiros) por la victoria del equipo.
Los Old Blood de Sylvania




SIERVOS
Tú, o tú o tú... porque el ganado no tiene nombres


VAMPIROS
Blade, Lestat, Morbius, Alucard, Nosferatu y Selene



JUGADORES ESTRELLA


"EL" SIERVO
A punto de ganarse el ascenso


MINA
Ella.


VLAD
El Maestro



CUERPO TÉCNICO

VLAD
Sí, él. Porque solo el mejor puede dar ordenes a un vampiro



IGOR
y no "Aigor", a su servicio




SATANICO PANDEMONIUM
Animando hasta el amanecer


martes, 21 de julio de 2015

Warhammer: El Tapiz de deshilacha

Dulath continuaba bajo el viejo roble en la misma posición en la que se sentó hacía ya muchos días. Varios Forestales se habían ido turnando en su vigilancia para salvaguardar al reputado Cantor de Árboles. Los casi invisibles elfos, camuflados bajos sus capas de hojas entrelazadas realizaban su vigilia más como muestra de respeto que por la seguridad de Dulath. En el mismo corazón del bosque, los Forestales sabían que ningún enemigo podría acechar al Cantor y ningún peligro asaltarle. Los motivos de Dulath para tan largo periodo de meditación y aislamiento eran desconocidos para todos los elfos del bosque, aunque sabían que algo grave preocupaba al sabio Cantor. No obstante, también sabían que fuera lo que fuese, si Dulath no podía enfrentarse a ello y solucionarlo, no habría más camino que aceptarlo como el destino, como una parte del Tapiz de una única hebra, sin posibilidad de entrecruzarse con otras y llevar a otro sendero. Inevitable y, por tanto, motivo inútil e innecesario de preocupación.

Dulath no era ajeno a los pensamientos de sus hermanos del bosque, no obstante, precisamente por su mayor conocimiento y comprensión del Tapiz, no compartía la resignada tranquilidad de sus congéneres.  Recorriendo con su pensamiento los hilos de vida y muerte, pasado y futuro que se entrelazaban en el Tapiz, el Cantor no se encontraba con la hebra unificada de destino ineludible que el resto de los elfos de su bosque presuponían le perturbaba. Lo que Dulath observaba eran zonas deshilachadas, hebras cortadas y arrancadas, vidas que se interrumpían abruptamente, eliminados todos sus futuros posibles, futuros retorcidos y enmarañados con pasados, ocurriendo antes de su momento. Haciendo uso de toda su voluntad, el Cantor fue alejándose cada vez más de su propio hilo, intentando ver el conjunto del Tapiz. Era una acción arriesgada, pues no pocos de los suyos, al intentar observar la grandiosidad de la complejidad del Tapiz se habían alejado tanto que habían perdido el contacto con el hilo de su propia existencia, siendo incapaces por tanto de volver a ser en el mundo material.

Cuando Dulath consideró demasiado arriesgado continuar, se detuvo y se concentró en intentar ver el Gran Patrón del Todo. Si en su estado tuviera un corazón material, sin duda habría dejado de latir frente a la apocalíptica visión que se encontraba frente a él. Lo que había considerado una ruptura del Tapiz alrededor de su existencia y la de sus congéneres se extendía a lo largo y ancho del Todo. Apenas algunos núcleos entretejidos mantenían el orden mientras todo se deshilachaba, se retorcía y se descomponía, como si el Tapiz fuese una vieja alfombra enferma por la humedad y la descomposición. El Cantor se centró a esos núcleos y observó cómo parecían luchar por retejer el Tapiz. Con precaución e intentando mantener el hilo de su existencia bien asegurado, Dulath se acercó al núcleo más cercano.

Los hilos se mostraban tensos y resistentes, sus extremos fuertemente anudados al principio y a la tierra. No se sorprendió al descubrir que estaba viendo Milenarios Hombres Árbol. Sus ancestrales aliados jamás permitirían que el desorden y el caos se apropiaran del Tapiz. Sin embargo, Dulath no podía dejar de apreciar que apenas quedaban de estos robustos hilos. Quedaban tan pocos de los antiguos señores de los bosques… Siglos, milenios de batallas habían ido diezmándolos, royendo poco a poco la urdimbre del Tapiz. Aun así, resistían, ayudados por otros fuertes hilos, espíritus del bosque, espíritus de las aguas y de los cielos, espíritus de las rocas. Y un poco más allá, el cantor percibió a sus hermanos de más allá de las costas. Un pequeño parche del tapiz, antiguo, muy antiguo, que no solo parecía luchar por reconstruir el Tapiz, sino que, más que expandir el orden, parecía absorber en su interior aquello que fuese que estaba enfermando el tejido de la existencia. A su alrededor, aquí y allá, el Tapiz no se reentretejía tal y como como se anudaba de nuevo a los hilos de los Espíritus del Bosque, sino que volvía a surgir hermoso y ordenado en su inmensa complejidad, como si nunca hubiera sido de otra forma. El Vórtice, entendió Dulath.

El Cantor intentó aportar su fuerza al Vórtice, ayudar en su infinita tarea, sin embargo, al intentar acercarse, el impacto del puro Caos le golpeó. Su mente se llenó de imagenes en las que las hebras del Tapiz se descomponían en pura podredumbre, deshaciendose. O se anudaban unas con otras intentando sobresalir y apagar a las demás, aunque consiguiendo en el fondo estrangularse ellas mismas. Allá, el Tipiz cambiaba continuamente, firmes nudos se encontraban agarrando el vacio, con hebras que se transformaban en luces iridiscentes. Y proveniendo de los bordes del Tapiz infinito, avanzando desde todas las direcciones posibles, un fuego imparable que consumía todo, dejando tras de si la Nada... Lagrimas inexistentes de impotencia bañaron el rostro espiritual de Dulath. Miró hacia atrás y vio como el hilo que lo unia a la Realidad ardía y se volvía cenizas. Y, apagada la llama de su espíritu, no le importó, mientras se desvanecía en la Nada...

En el bosque, bajo el viejo roble, los forestales lloraban en silencio ante el cascarón vacío del Cantor sabiendo que el Fin también les aguardaba a ellos...

Warhammer: El Sueño de A'Durut

(Post Original 20/7/2010)

La enorme Luna ascendía sobre los árboles, solitaria y resplandeciente de plata, sin rastro de su verde gemela malvada. A'durut intentaba relajarse ante la inminente ceremonia. Pero no lo lograba. Cien ciclos del Sol sobre las Estrellas habían pasado ya y, según las costumbres de la tribu, era hora ya de que su lugar en ella quedara establecido.

--"Cien Veranos son mucho tiempo de espera"...

--¿Qué es un siglo para la vida de un Roble?-- La voz de su padre, entrelazada con sus propios pensamientos, sorprendió a A'Durut. El veterano Forestal le sonreía.-- Todo llega cuando es su momento. Las flores no brotan en otoño.

-- Cierto es, padre, pero estoy nervioso. ¿Qué esperará el bosque de mí? ¿Y si no soy Forestal como vos?

--Seas lo que seas, estaremos orgullosos de ti, hijo. Ser Forestal es ser uno con el Bosque. Pero no es mejor ni peor que sentir la furia de la Tierra en la sangre, como los seguidores de Kournos, o que servir como canal a su Poder, como los Cantores... Todo tiene su lugar y su misión. ¿Acaso crecen plumas cuando el cabello es cortado?. El Bosque sabe lo que necesita, y eso es lo que serás. Pero escucha, los tambores ya llaman.

Se encaminaron hasta el Claro, donde su tribu ya lo esperaba. Junto al gran roble que crecía en el centro, los Cantores de los Árboles usaban su magia para llamar al mayor espíritu del Bosque. Los Bailarines Guerreros, comenzaron su danza al ritmo de los tambores. Sus fibrosos cuerpos llenos de tatuajes, los de ellos y los de ellas. Mortales en cualquier movimiento. Ellos y ellas...

Su madre apareció con su armadura de combate, flanquedad por el estandarte de la tribu y su fiel montura Q'tul, que agitaba su cola nervioso. El momento había llegado.

Los Bailarines aceleraron su danza mientras sus tambores incrementaban su cadencia. De repente, silencio. Los atléticos elfos se inmovilizaron en las más extrañas posiciones. Un gran crujido resonó en el claro y una sueve luz verde se derramó desde el interior del gran roble por la grieta origen del crujido. El hueco se ensanchó y del interior del viejo árbol, un gigante, acompañado de dos furiosos perros, emergió del interior.

-"Duerme"-- fue la única palabla que pronunció el gran Dios Orión, y fue la última ocasión en que A'durut lo vio por muchos siglos...

Pero en ese instante, el joven elfo solo sintió que todo se desvanecía a su alrededor. Todo no. El bosque ardía con más vida que todo lo demás. Era él el que es estaba desvaneciendo el la inmensidad del Todo. Y libre de su atadura mortal, se extendió por la foresta. Y sintió a cada una de las vidas, grandes y pequeñas, que corrían, vivían y morían en un ciclo infinito en un verde tapiz de innumerables joyas. Y entre todos los destellos, pequeñas gemas verdes destelleaban con fuerza... Guardianes del Bosque... la Guardia Eterna. Los Elfos Silvanos... y separados de todos, confundiéndose con el verde oscuro del mismo bosque, el brillo de los Forestales. Pero el alma de A'durut no se detuvo con ellos. Rojas gemas llamaron su atención. Los jinetes, los jinetes salvajes de Kornous en su caza eterna. La ira de la Tierra encarnada. Siendo uno con sus caballos. A'durut se vio a sí mismo, pero no contempló ningún destello en él. Ni verde ni encarnado. ¿Qué quería el Bosque?. Su ser se siguió expandiendo por el tapiz, dejando atrás las gemas, alejándose a la vez que hundía en él. Contemplando la urdidumbre del Mundo. Los espiritus del bosque. Las Driades, los Arbóreos... los venerables Hombres Árbol. Y más antiguos aún, Naturaleza encarnada, los Dragones forestales. A'durut los veía como un pequeño tejido dentro del gran tapiz, con sus propias gemas, su propia urdidumbre. Pero su espíritu no se quedo allí tampoco, y continuó ascendiendo. Y vió con horror que el tapiz vivo se rompía. Y vió gemas oscuras, que no brillaban sino que consumían luz: las razas menores. Y en los bordes del tapiz, nudos. El Caos en esencia pura. El alma de A'durut sufría con cada nudo del tapiz, con cada ruptura. Su espíritu se desgajaba y retorcía en una agonía sin fin... hasta que el Bosque lo volvió a acoger en su seno... y contempló como los nudos se deshacían. Las fracturas se reentrelazaban...y reconoció a los Cantores de Árboles en su eterno trabajo.

Y fue entonces cuando, sintiéndose uno con el Bosque, se encontró arrojado hacia el cielo. Y vió la tierra bajo sus alas. Y sintió el viento en el rostro. Y subió y subió, hasta que el mundo sólo fue una bola azul y verde. Y se sintió feliz...

--"Tú destino ha sido decidido. El Bosque ha hablado".-- A'durut abrió los ojos y sonrió mientras un gran Halcón, más alto que su padre, aterrizaba frente a él, mirándole fijamente con sus dorados ojos...

(Escrito, con menos tiempo del deseado, un día cualquiera... Esta va por ti Gran Señor del Altozano)